Ayer,
cuando desperté, "La mosca" ya no estaba más en mi mente. Apareció hoy, pero juro
que ayer parecía haberse ido definitivamente.
Por eso decidí tomar lo que me había pasado como un momento de celebración: por fin le pude dar de baja al servicio de Internet y Telefonía Fija de Telefónica en mi casa.
Por eso decidí tomar lo que me había pasado como un momento de celebración: por fin le pude dar de baja al servicio de Internet y Telefonía Fija de Telefónica en mi casa.
La
tarea no fue fácil. Duró tres meses, en los cuales hice tres llamadas (una por
mes). Lo curioso es que ninguna de esas tres llamadas tenía como finalidad dar de baja el servicio, sino trasladar el router de mi
habitación a la sala. Nada más.
En las tres ocasiones me dieron un código, diciéndome que me llamarían durante los siguientes nueves días para coordinar el día del traslado del router.
En las tres ocasiones me dieron un código, diciéndome que me llamarían durante los siguientes nueves días para coordinar el día del traslado del router.
En lugar de ello me llamaron, en distintos momentos, tres simpáticos
muchachos (dos hombres y una mujer). Los
tres me preguntaron si deseaba aumentar mi velocidad de Internet y si quería Cable.
No, gracias, les respondí. No quiero Cable. Quiero la misma velocidad de Internet y la misma tarifa.
Señor,
me dijo el primero, parece que no ha entendido, le estamos ofreciendo el doble
de velocidad de Internet y Cable por solo diez soles más.
No
lo necesito, le expliqué al segundo.
Al
otro lado de la línea se escuchó un comentario, seguido de una risita aguda.
De
qué te ríes, le espeté.
No me estoy riendo.
Sí, te estás riendo, lo estoy oyendo. Ustedes no me están dando lo que yo, como cliente de hace tres años, estoy solicitando, un traslado, solo un traslado, no quiero comprar otra cosa, por favor, en qué idioma tengo que hablarles.
No me estoy riendo.
Sí, te estás riendo, lo estoy oyendo. Ustedes no me están dando lo que yo, como cliente de hace tres años, estoy solicitando, un traslado, solo un traslado, no quiero comprar otra cosa, por favor, en qué idioma tengo que hablarles.
Lo
siento señor, se excusó la chica, la tercera, nosotros somos del departamento comercial
y, la única manera de realizar el traslado de su router de su habitación a la sala de su casa es incrementando la velocidad y, por
tanto, la tarifa.
Ahorqué el auricular y colgué
con tal fuerza que casi rompo ese aparato de plástico endeble. Los teléfonos de los ochenta eran adoquines de cemento comparados con los de hoy, ¡parecen de juguete!
Pero esa misma noche tuve en sueño: estaba atrapado en una telaraña gigante, aceitosa y de color avellana como el praliné.
De pronto, apareció "La mosca" ; aquella monstruosidad roja -de la película dirigida por David Cronenberg (1986)- me miraba a los ojos y frotaba sus patas de terciopelo.
De pronto, apareció "La mosca" ; aquella monstruosidad roja -de la película dirigida por David Cronenberg (1986)- me miraba a los ojos y frotaba sus patas de terciopelo.
No
grité como Geena Davis, pero si me desperté de golpe.
Esa madrugada había tomado una seria decisión.
Esa madrugada había tomado una seria decisión.
Reservé la mañana del sábado completa para tal faena, una final de Champions League doméstica. Salí a trotar media hora por el malecón y, a las diez, me llevé el desayuno y el libro de turno a la cama. Marqué el número de Atención al Cliente.
Buenos
días, señor.
Buenos
días, le respondí.
¿En
qué podemos servirlo?
Quiero
dar de baja el servicio de Internet y Telefonía Fija. Así es, señorita, el Duo. ¿Qué cuál es el motivo? (Tenía motivación de sobra para contar toda la historia, pero no lo hice). El motivo es que quiero contratar el producto de otra empresa que se ajusta a mis
requerimientos. Por nada más. Sí, ese es el motivo (musiquita...)
Señor,
muchas gracias por esperar; le tenemos una oferta interesante: Internet, Telefonía Fija y Cable con una tarifa 30% más baja de la que hoy paga.
Respiré
hondamente: No, señorita, muchas gracias.
Deme un minuto más, señor. Espere en línea.
Demórese los minutos que quiera, señorita, pero, por favor, no me deje con esa musiquita demencial. Prefiero el silencio.
Demórese los minutos que quiera, señorita, pero, por favor, no me deje con esa musiquita demencial. Prefiero el silencio.
Señor, me acaban de confirmar que por ser cliente antiguo, adicionalmente a esto, le ofrecemos dos meses gratis
de Duo.
Me
llevé la mano a la cabeza: No, señorita, muchas gracias.
(Hubo cinco segundos de silencio)
(Hubo cinco segundos de silencio)
Apunte
su código, señor.
Mi corazón sufrió un latido fuerte, era el último penal de la serie, cogí en cámara lenta el lapicero y, cuando estaba apuntando el segundo dígito, un zumbido al otro lado de la línea hizo aparecer en mi cabeza a "La mosca", frente a mí, moviendo sus patas de terciopelo, sostenida en esa telaraña de grasa en la que mis extremidades no podían moverse.
Mi corazón sufrió un latido fuerte, era el último penal de la serie, cogí en cámara lenta el lapicero y, cuando estaba apuntando el segundo dígito, un zumbido al otro lado de la línea hizo aparecer en mi cabeza a "La mosca", frente a mí, moviendo sus patas de terciopelo, sostenida en esa telaraña de grasa en la que mis extremidades no podían moverse.
Foto: Película "La mosca" (The Fly, 1986)
#cuidaatusclientes