Foto: Paula Muñoz
Lo reconocí en el
aeropuerto de Talara porque tenía la misma expresión felina y transparente en
los ojos.
"Ese es Mino. No hay
dudas".
No lo veía desde mi
cumpleaños número 9; luego me iría a vivir a Chincha, saldría del país y le
perdería el rastro hasta la tarde del pasado agosto.
Lo primero que me di
cuenta es que ambos teníamos hijos y cara de cansados.
Las vacaciones habían
terminado y el inminente regreso a Lima arrugaba las frentes de todos los
pasajeros en la sala de embarque, menos las de los niños que, sin haberse visto antes, hablaban entre
ellos con una naturalidad sin expectativas.
Mino estaba frente a mí,
repantigado en una butaca mirando la pantalla de su laptop.
Sabía que era él, sin
embargo, por un temor infantil a que no me reconociera, no le dije nada.
"Atención, el vuelo a Lima LA18 va a proceder a embarcar, pasajeros que necesitan asistencia especial y familias con niños menores...".
"Atención, el vuelo a Lima LA18 va a proceder a embarcar, pasajeros que necesitan asistencia especial y familias con niños menores...".
Mino se puso de pie al instante y yo también.
Si en el avión se sentaba cerca a mí, le hablaría de todas maneras.
Si en el avión se sentaba cerca a mí, le hablaría de todas maneras.
Y ocurrió: me tocó en el asiento delante de él.
"¿Tú eres Mino
Swayne, o no?", le dije.
El resto fue una charla
que resumió 35 años, antes que las turbinas se pusieran en marcha.
Su trayectoria en la
construcción civil y su pasión por la fotografía. Mi carrera en Economía y el
Marketing, mi pasión por la Literatura.
Ese encuentro fortuito
permitió un café en Lima, cargado de risas y recuerdos, y una propuesta que me
hizo para hacer un texto que abriese su primera muestra individual de
fotografía.
La explosión de color en el contraste y
la cuasi perfecta proporción de los elementos en sus placas inspiraron
unas líneas.
Sentí mucho orgullo ver
mi texto homenajeando las estupendas historias fotográficas de Mino.
De pronto, al lado de ellas, tuve la sensación de que el arte puede ser el puente que reúne la pureza de las esencias, impermeable a las lluvias de los años.
De pronto, al lado de ellas, tuve la sensación de que el arte puede ser el puente que reúne la pureza de las esencias, impermeable a las lluvias de los años.
Foto: Paula Muñoz
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