Qué bien le hizo a nuestro planeta el trabajo que desarrolló Charles Darwin, en el siglo XIX, con su teoría sobre el origen y la transformación de la especies.
Más allá de nuestras creencias acerca de la formación del universo, la teoría de Darwin nos ha permitido desvelar, en parte, el misterio sobre el origen del hombre y reconciliarlo con su pasado animal.
La influencia de Darwin fue determinante en la obra literaria y filosófica de Nietzsche.
El hombre emerge del reino zoológico, planteaba Nietzche; y es y sigue siendo un animal en formación.
Cuando leí este fragmento revisé el tiempo que el Homo tiene en la tierra y me pareció que lo que afirmaba Nietzsche tenía mucho sentido.
El Homo tiene alrededor de 2 millones de años.
Esto quiere decir que no llegamos ni siquiera al 1% de la edad de nuestro planeta, calculada aproximadamente en 4,600 millones de años.
Nietzsche nos sugiere que somos parte de una evolución que continua su curso de manera constante y natural; y que quizá como somos hoy, física y mentalmente, no nos vamos a quedar por siempre.
Es por ello que, desde mi punto de vista, uno de nuestros grandes desafíos como hombres y mujeres en la actualidad es comprender que no podemos someter a las otras especies de este planeta a nuestro antojo, cuando nos están invitando, desde hace milenios, a integrarnos a ellas como parte de una unidad.
En mi caso, desde hace algún tiempo, estoy realizando algunas acciones domésticas como reutilizar algunos objetos o reciclar mis residuos sólidos.
Pienso que éstas podrían ser unas señales de reconciliación con mi pasado zoológico y botánico.
Sé que hay mucho más por hacer y aprender, pero vamos paso a paso.
Foto Evolución del Homo: @BlogHistoriando