Es muy agradable la satisfacción de haber invertido tiempo en la lectura de un libro como “Algunos cuerpos celestes” (Augusto Effio, 2019).
El género negro tiene una tradición muy larga en la novela, sin embargo, muy raro es encontrar a los escritores que logren ese equilibrio entre profundidad y precisión en el relato breve policial.
Este es, quizá, el mayor logro de “Algunos cuerpos celestes”, selección de cuentos enmarcada en la turbulenta década del ochenta en el Perú.
Los escenarios y los diálogos escritos por Effio, parecen estar siempre bajo el cañón de luz de una lámpara, ese que te hace sudar con la justa y sucia ironía del espionaje peruano.
De hecho, otra de las grandes virtudes de “Algunos cuerpos celestes” son los personajes que contratan los servicios de detectives privados, esos clientes aviesos que quieren comprar los valores humanos con el dinero. La variedad es muy divertida: un dueño de un canal de televisión que busca una vedette, el comerciante que va tras las pistas de un centro delantero o el director de un periódico sensacionalista, que vende "cortinas de humo" al gobierno de turno.
Notable trabajo de Effio que Peisa ha acertado en publicar cubriéndolo, además, con una de las portadas más bonitas que he podido ver en la literatura peruana, en los últimos años.
El género negro tiene una tradición muy larga en la novela, sin embargo, muy raro es encontrar a los escritores que logren ese equilibrio entre profundidad y precisión en el relato breve policial.
Este es, quizá, el mayor logro de “Algunos cuerpos celestes”, selección de cuentos enmarcada en la turbulenta década del ochenta en el Perú.
Los escenarios y los diálogos escritos por Effio, parecen estar siempre bajo el cañón de luz de una lámpara, ese que te hace sudar con la justa y sucia ironía del espionaje peruano.
De hecho, otra de las grandes virtudes de “Algunos cuerpos celestes” son los personajes que contratan los servicios de detectives privados, esos clientes aviesos que quieren comprar los valores humanos con el dinero. La variedad es muy divertida: un dueño de un canal de televisión que busca una vedette, el comerciante que va tras las pistas de un centro delantero o el director de un periódico sensacionalista, que vende "cortinas de humo" al gobierno de turno.
Notable trabajo de Effio que Peisa ha acertado en publicar cubriéndolo, además, con una de las portadas más bonitas que he podido ver en la literatura peruana, en los últimos años.
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