domingo, 27 de junio de 2021

Húmedos, Sucios y Violentos

 

He leído Húmedos, Sucios y Violentos como si estuviera saboreando una selección de trufas literarias.

Hace algunos años Rosa Montero escribió en su apasionante ensayo sobre la imaginación: "La casa de la loca", que ella, al inicio de su formación escogió, principalmente, a escritores clásicos y hombres para sus lecturas.

¿Por qué no leía a las mujeres, Montero, cuando joven? Porque en el siglo XIX y a inicios del siglo XX, explica, la literatura parecía ser un terreno reservado sólo para los hombres.

Ademas, le parecía a Montero, que la mayoría de las escritoras mujeres (no todas), en esa época, no se exponían tanto al escribir. Al contrario de los hombres, que no sentían temor de mostrar sus estados de vergüenza ni su vulnerabilidad. 

Hoy, en estos tiempos de equidad de género, la mujer está aportando su valioso punto de vista a la ficción. 

Un punto de vista que, sin duda, enriquece a la literatura porque los hombres poco sabemos aún acerca de cómo experimentan las mujeres ciertas situaciones: su sensibilidad ante el peligro del medio ambiente, la desigualdad laboral o el acoso sexual o su particular manera de vivir el erotismo (a veces, muy vinculada a las fases de la luna). 

Hay en esa mirada femenina una riqueza inédita que he podido explorar en Húmedos, Sucios y Violentos. Porque disfruté mucho la capacidad de Kathy Serrano para jugar y agregar sus propios colores a la paleta del erotismo en tres de sus microrrelatos: "Fetiche 1", "Aromas" y "La Puta Soledad".

Me pareció muy original descubrir a caperucitas modernas como heroínas, que buscan hacer justicia contra los abusos sexuales en "Los lobos y la Caperucita" y "Caperucita Reloaded".

También me resultó inquietante su gusto por lo fantástico, mostrando a varios personajes que acaban de experimentar la muerte y se mueven en este mundo con una nostalgia extraviada, con esa añoranza por recuperar aquella familia (Casa vacía), aquél amor (Verde Teresa), ¡aquellos impulsos! (Caballos), que ya no van a ser los mismos de antes, y que, tal vez, por eso el duelo como símbolo está presente. 

Un duelo que Kathy nos presenta en la figura de la Muerte ("Contrato con la Muerte", "Los privilegios de la Muerte"). Y no como ese personaje cliché que busca el horror gratuito, sino como un personaje de teatro, enigmático y seductor, que nos parece invitar a soltar el miedo a lo desconocido, a lo impermanente.

Húmedos, Sucios y Violentos ha significado, para mí, una experiencia similar a la de las fases de la luna, que comienza en la oscuridad de la Luna nueva, con las selección "Furiosos", hasta la portentosa luz de la Luna llena que encontré en "Juegos", una selección de trufas que me provocaría volver a saborear en cualquier momento. 

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